Presidió la celebración de este Domingo de la Octava del Corpus D. Félix Pérez, acompañado por el colegio presbiteral, las autoridades de la ciudad, la Real Abadía del Santísimo y las Asociaciones, Cofradías y Hermandades de Béjar.
Comenzó su homilía recordando cómo hacía ocho días, al igual que se narraba en el evangelio del día, una multitud acompañaba a Jesús. La ciudad acompañó realmente a Jesús en la procesión del domingo pasado, y durante estos ocho días que ha permanecido expuesto en la iglesia de El Salvador.
Varios son los pasajes de la Escritura que hablan de resurrecciones, de sanaciones, Jesús se compadece, se hace uno con la persona que sufre y tiene el poder de darle la vida porque Él es la VIDA: donde hay vida es porque el Señor la está dando, si no, no hay vida.
Durante estos ocho días hemos estado aquí contemplando al Señor, estando con Él, mirándole y dejándonos mirar por Él.... y todo esto... ¿para qué?
La clave nos la daba la segunda lectura, la daba Pablo de Tarso que cuando tiene el encuentro con Jesús, le da un vuelco su vida y empieza a ser siervo de Cristo Jesús. Siervo, aquí, es el que está pendiente de lo que le dice su Señor, pero no esclavo, ha escogido libremente entregar su vida al que le ha rescatado de la muerte, al que le da la Vida de verdad.
Cristiano es el que vive transformado por la fe, el que vive para Cristo, porque vives en la medida en que estés unido a Cristo. El Cuerpo de Cristo es el Pan de la Vida, es la vida en plenitud, que da a cada uno esta vida.
Al finalizar tuvo lugar la procesión con el Santísimo:
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