lunes, 6 de julio de 2015

Fiesta grande en El Salvador....


En la mañana del domingo celebramos Misa Solemne en la iglesia de El Salvador, pues se conmemoraban los años de su dedicación. 




A esto hay que añadir la fiesta de la Virgen de la Salud, en la que estuvieron presente sus mayordomos que entregaron al final de la procesión roscas de anís bendecidas y unos ramitos de romero.

Congregados como Iglesia en un edificio dedicado a Dios, señal de esto son las doce cruces en los muros de la iglesia, símbolo de los doce apóstoles, hoy iluminados y que fueron inciensados durante la celebración. Los cristianos nos congregamos un día concreto, el domingo, en un sitio concreto, el edificio de la iglesia, para recibir la Salvación.




Salvador, salvación, salud, es lo mismo: Cristo es el que salva, el que da la salutación, el que da la salud. Y María es la que lleva la Salud, la que porta la Salud, por eso la advocación de la virgen de la Salud es con el Niño en el centro, lleva la Salud.

Pero la salud no es solo no tener enfermedades en el cuerpo, sino también en el alma: la envidia, la pereza, la lujuria, también para ellas Cristo es salud, María es salud. 

Y no sólo, además, en el espíritu: el no querer crecer en la vida espiritual, el conformarse con lo mínimo, el tener una anorexia espiritual ... "yo siempre lo he hecho así y eso me ha valido", "yo no quiero complicaciones"...

Este es el sentido también de la celebración de hoy, pedirle al Señor que obre en cada uno de nosotros el mismo milagro que obró en Zaqueo -el evangelio que se ha proclamado-, un hombre bajito que quería ver a Jesús y no podía, por eso se subió a un árbol y fue entonces cuando Jesús le vio y le dijo "Zaqueo, baja que hoy me voy a comer a tu casa", y en medio de la comida Zaqueo le dijo "De todo lo que tengo la mitad se lo doy a los pobres" y Jesús le respondió: Hoy a entrado la salud a esta casa, hoy ha entrado la Salvación en esta casa.

Cuántas veces somos como Zaqueo, pequeñitos: no crecemos, no amamos, y el Señor quiere que tengamos audacia, que le abramos la puerta de nuestro corazón, acogiendo al que sufre, al que nos necesita, amando.


Hubo un recuerdo para la Mayordoma de la Cofradía de la Santa Esclavitud de la Virgen de la Salud, Marta, consagrada a Dios desde el día de su bautismo, como cada uno de los cristianos, como esta iglesia, y le pertenece a Dios, que nos da esta vida para sembrar. Ella sembró con abundancia, sin racaneo, por eso la cosecha es grande.

¿Cómo siembras tú?