En este gesto, reconocemos que Dios es el creador de todas las cosas, que todo le pertenece: lo que tenemos, lo que somos, lo que nos rodea, ... y también nuestros hijos, a los que debemos acompañar en este proceso de crecimiento y madurez, ayudándoles a hacerlo con la certeza de que Dios nunca les abandonará.
Las velas han acompañado la celebración, como también lo hizo el cirio en el bautismo de cada uno de estos niños. La luz del cirio, de la vela, es la luz de Cristo que se nos regala en el sacramento del Bautismo y que nos acompaña durante toda nuestra vida, esta luz ha de iluminar nuestra vida y guiarnos en todo momento.
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